20. El otro milagro.

 Y enfermo de ex luz,

"Con el desvanecerse de la luz,

...

hostil al día

segando a cada paso

las guirnaldas de rosas

con sigilo hasta que se hunden,

pálidas en el seno nocturno

...

Crece el desierto: ¡ay de quien

desiertos alberga!

...

¡Asombrosamente cierto!

Heme aquí sentado,

al desierto cercano

y a un tiempo lejos del desierto,

en absoluto desértico todavía,

pues tragado por este pequeño oasis

...

entre vosotras 

¡amadísimas así!

Así."


Efectivamente, Alberto Bernabé dice que "Homero alude a un componente fundamental del rito cuando califica a Dioniso de "furioso", epíteto que debe entenderse no tanto en el sentido de que el propio dios lo sea, cuanto que encarna la posesión divina que propicia... ménos [en caracteres griegos] ímpetu, una experiencia de intensificación del poder mental, una especie de vitalidad, de euforia desaforada, de superación de los límites de la normalidad. Lo característico del éxtasis dionisiaco que se alcanza en el rito es, además, que ... es un fenómeno de grupo, que se propaga casi de forma contagiosa."

Es lo que dice una y otra vez nuestro libro espiral:

"... Dionisos, verdadero héroe de la escena y centro del espectáculo, [como ya no está más] no está, en la forma más antigua de la tragedia realmente presente; lo pensamos presente; es decir que la tragedia, al principio, solamente es coro, no drama. Más tarde se trató de acercar y mostrar realmente al dios y de representar, de un modo visible a todas las miradas la imagen de visión transfigurada en un marco luminoso; entonces comienza el drama, en la acepción estricta del vocablo. Al coro ditirámbico le importa, de ahora en adelante, llevar el espíritu de los oyentes a un tal estado de exaltación que cuando aparece en escena el héroe trágico, no ven, como pudiera creerse, un hombre con el rostro cubierto por una máscara informe, sino más bien una imagen de visión, nacida por decirlo así,  de su propio éxtasis... con el canto y la danza, el hombre se siente pertenecer a una comunidad superior: ya se ha olvidado de andar y hablar, y está a punto de volar por los aires, danzando. Sus gestos revelan una encantadora beatitud ... también la voz del hombre suena importante y hermosa como algo sobrenatural: el hombre se siente dios: su actitud es tan noble y plena de extasis como las de los dioses que ha visto en sus ensueños. El hombre no es ya un artista, es él mismo una obra de arte...  la unidad primordial se revela aquí bajo el estremecimiento de la embriaguez ... y a los golpes del buril del artista de los mundos dionisiacos, responde al grito  de los misterios eleusinos:

- ¿Os arrodilláis millones de seres? ¿Mundo presientes al Creador?"


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